jueves, 12 de agosto de 2010

La Primera Junta



la primera junta estaba integrada por:

Presidente
Cornelio Saavedra
Secretarios
Mariano Moreno
Juan José Paso
Vocales
Manuel Alberti
Miguel de Azcuénaga
Manuel Belgrano
Juan José Castelli
Juan Larrea
Domingo Matheu

jueves, 5 de agosto de 2010

Juan Jose Castelli - Chaco






Juan José Castelli es una ciudad ubicada en el noroeste de la Provincia del Chaco, Argentina. Es la cabecera del departamento General Guemez. Al crearse la colonia se le dio el nombre de Juan José Castelli, ilustre político y gran promotor de la Revolución de Mayo.
Contaba con 24.333 habitantes (INDEC, 2001), lo que casi duplica los 12.474 habitantes (INDEC, 1991) del censo anterior. En el municipio el total ascendía a 36.588 habitantes (INDEC, 2001).

Algo más del 90 % de la población de Juan José Castelli es descendiente de alemanes del Volga

La enfermedad y el amargo repliegue

Todo sería entonces, para Castelli, amargura y decepción. El jacobino nacionalista, el patriota emancipador de indios y esclavos, el tribuno de Mayo, el gran orador, deberá enfrentar los progresos acelerados del cáncer de lengua, ya identificado por los médicos que lo asisten. Simultáneamente, las autoridades porteñas, atrapadas por los intereses localistas que veían con hostilidad la proyección de la Revolución más allá del Puerto y su reducido hinterland, aprovechan la oportunidad. Hacen responsable a Castelli del desastre de Huaqui, por lo que es separado de su cargo y desterrado. En diciembre de 1811 se le inició sumario, siendo su juez un tío de Mariano Moreno, el Doctor Tomás Antonio Valle. Daban comienzo los sinsabores del Proceso de Desaguadero.

Preso en una escuela mientras es juzgado, Castelli inspira al narrador argentino Andrés Rivera un libro que lo hará merecedor del Premio Nacional de Literatura 1992. En la obra, La revolución es un sueño eterno, el personaje Castelli imaginado por Rivera, da cuenta de su padecimiento:
" Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con la perversa lentitud de un verdugo de pesadilla.

¿Yo escribí eso, aquí en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron – ¿importa cuando? – el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La podredumbre prohibe a mi boca, la risa.
Yo , Juan José Castelli, que escribí que un tumor me pudre la lengua, ¿sé, todavía, que una risa larga y trastornada cruje en mi vientre, que hoy es la noche de un día de junio, y que llueve, y que el invierno llega a las puertas de una ciudad que exterminó la utopía pero no su memoria?" ( La revolución es un sueño eterno, por Andrés Rivera, Alfaguara, 1995)
El proceso a Castelli fue prolongado. Los jueces no llegaron a pronunciarse. Murió antes, derrotado por el cáncer de lengua, el 12 de octubre de 1812.

En Buenos Aires, el impulso inicial de la Revolución se había detenido. Comerciantes y hacendados porteños pugnaban por contener el proceso desencadenado en Mayo de 1810 en los estrechos límites de sus mezquinos intereses. Pero el 8 de octubre, días antes de la muerte de Castelli, la aldea mercantil fue conmovida por la revolución que derrocó al Primer Triunvirato, punta de lanza del sesgo europeizante y portuario de la élite dirigente de Buenos Aires. Con la revolución del 8 de octubre de 1812 emergía un movimiento, encabezado por el teniente coronel José de San Martín, orientado a retomar la senda de la emancipación hispanoamericana. La Revolución, "ese sueño eterno", se desvanecía, sólo para renacer, tenazmente, una y otra vez.

Rumbo al Alto Perú

Designado representante de la Junta en el Ejército Expedicionario al Alto Perú, comandado por Antonio González Balcarce, Castelli alcanzó durante el desarrollo de esta campaña militar los ribetes más destacados de su actuación revolucionaria. Después de un breve encontronazo desfavorable en Cotagaita, el ejército patriota alcanza su primer y gran victoria en la batalla de Suipacha, el 7 de noviembre de 1810.

Conforme a las directivas recibidas de la Junta de Buenos Aires, y ratifi cadas en esa oportunidad, Castelli ordenó el fusilamiento de los jefes españoles: mariscal Vicente Nieto, capitán de fragata José de Cordova y Rojas y don Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí. En pocas semanas toda la región minera de Potosí estaba en manos de los patriotas.
En su calidad de representante de la Junta, Castelli, que con frecuencia chocaba en materia de opiniones e ideas con el segundo jefe del Ejército Expedicionario, coronel Juan José Viamonte, demostró una vez más ser poseedor de una inquebrantable determinación. Encaró, con mano férrea, importantes reformas administrativas: reorganización de la Casa de Moneda de Potosí, reforma de la Universidad de Charcas y la propuesta de conceder a los indios el derecho al voto.
Estas medidas revolucionarias y los encendidos discursos de Castelli en cada pueblo y aldea a que arribaba el ejército patriota, convocando, a la indiada a sumarse a la Revolución, le granjearon la hostilidad de los hacendados y popietarios mineros altoperuanos, legendarios explotadores de la masa indígena.

Las proclamas y apelaciones de Castelli estaban lejos de limitarse a la retórica. Desde las gradas de Kalassassaya, en el Tiahuanaco, proclamó, por instruccciones de la Primera Junta, la libertad del indio, desbaratando el poder de mineros y encomenderos.
Es muy probable que, ya para entonces, los primeros síntomas de una tumoración en la lengua empezaran a manifestarse, estimándose como probable punto de partida del proceso maligno que insidiosamente se desarrollaba, la quemadura accidental con un cigarro de los que era inveterado fumador.

A todo esto, la tregua acordada entre el jefe español Goyeneche y Castelli, después de la batalla de Suipacha, no fue respetada por el militar realista, quien, con fuerzas superiores y mejor equipadas asaltó por sorpresa el campamento patriota en Huaqui el 20 de junio de 1811, infligiendo a las fuerzas revolucionarias una dura derrota que las obligó a replegarse, volviendo el Alto Perú a manos del ejército realista.

Una azarosa biografía

Juan José Antonio Castelli nació en Buenos Aires el 19 de julio de 1764. Fue hijo de un protomédico veneciano, Angel Castelli Salomón y de una criolla, María Josefa Villarino y González de Islas. Comenzó sus estudios en el Real Colegio Convictorio de San Carlos y los prosiguió en Córdoba , en el Colegio de Monserrat. Decidido a seguir la carrera de Derecho, fue a la Universidad de Chuquisaca, en el Alto Perú, y obtuvo la licenciatura en 1788. Vuelto a Buenos Aires abrió un estudio. Poco después, en 1796, a instancia de su primo Belgrano, fue nombrado secretario interino del Consulado de Comercio y , tres años más tarde, designado Regidor del Cabildo.

Estaba casado con María Rosa Lynch, con quien tuvo seis hijos. En 1801 fue cofundador de la Sociedad Patriótica, Literaria y Económica, escribiendo en el Semanario de Agricultura y en el Telegráfo Mercantil. A partir de los hechos del 25 de Mayo de 1810, aparece decididamente enrolado en el partido morenista, que encarnaba, para algunos autores la versión local de un jacobinismo nacionalista e hispanoamericano (Fernando L. Sabsay – A. J. Pérez Amuch+astegui, La sociedad argentina, Génesis del Estado Argentino, Fedye, 1973). Su pertenencia a esa corriente quedó ratificada en su actuación como vocal de la Junta de Mayo, y en su apoyo incondicional a las medidas propuestas por el Secretario de la Junta, Mariano Moreno, al punto de convertirse en el ejecutor fiel de las directivas más draconianas emanadas de aquél, tales como el fusilamiento de Liniers y sus seguidores en Córdoba y de las autoridades mlitares y civiles de Potosí en la campaña del Alto Perú.

Con el fusilamiento de Liniers, que daría lugar a severas diferencias y cuestionamientos políticos en las filas de los patriotas, se procuró cortar de raíz las tentativas de la contrarrevolución por volver a levantar cabeza, asegurando el control revolucionario sobre las intendencias de Córdoba y Salta, dejando expedito el camino al Alto Perú. En éste se concentraba una poderosa fuerza realista al mando del general Goyeneche.

"Un tumor me pudre la lengua"

Preso en una escuela mientras es juzgado, Castelli inspira al narrador argentino Andrés Rivera un libro que lo hará merecedor del Premio Nacional de Literatura 1992. En la obra, La revolución es un sueño eterno (Alfaguara, 1995), el personaje Castelli imaginado por Rivera, da cuenta de su padecimiento.

Juan José Castelli fue Vocal de la Primera Junta de Gobierno surgida en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810. Para entonces, ya no era un desconocido en la apartada aldea que se incorporaba en febriles jornadas, a la caudalosa corriente de la historia mundial. En las postrimerías del régimen virreinal, quien se consagrará como el orador de la Revolución, ya se destacaba como un hábil abogado porteño tenido en cuenta por la élite criolla del Puerto. Comprometido con las vicisitudes que acompañan, en el Río de la Plata, al desmoronamiento del imperio español en América, Castelli será protagonista de sonados episodios. Así ocurre cuando por orden del Virrey Liniers, fue arrestado en Montevideo el médico inglés Diego Paroissen con papeles comprometedores pertenecientes a Saturnino Rodríguez Peña, en los que este urgía la coronación de la infanta Carlota Joaquina. En esas circunstancias, Castelli asumió la defensa de Paroissen y otros implicados. Todavía no había aparecido signo alguno de su enfermedad.
El joven abogado había adherido a la corriente carlotista y fue uno de los firmantes de la memoria redactada por su primo, Manuel Belgrano, reivindicando los derechos de la Infanta al trono de Buenos Aires. La infanta era hermana de Fernando VII y esposa del regente de Portugal, país este último muy sometido la influencia de Inglaterra. En cierto momento , la infanta reclamó para sí los derechos vacantes de la monarquía española y logr+ó el apoyo, bien que fugaz y a todas luces ingenuo de algunos de los partícipes en el proceso que se iniciaba de la Revolución y la Independencia.

La importancia del incidente es doble. Por un lado es demostrativo del impacto que la cambiante situación europea de principios del siglo XIX iba teniendo sobre los círculos ilustrados de criollos que en la capital virreinal veían acercarse la hora de grandes decisiones. Por otra parte, se considera el escrito de Castelli, presentado en defensa de los procesados, como el basamento jurídico más importante del Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. En esa defensa, Castelli desarrolla la argumentación, que se expondrá más tarde en el célebre Cabildo, sobre el derecho de los pueblos americanos a reasumir su soberanía, como consecuencia de la caída de Fernando VII como prisionero de Napoleón.

Imagen de la junta de mayo en la casa de tucuman donde se puede ver a Juan Jose Castelli y otros integrantes delegando sobre el virrey Cisneros.

Juan Castelli


Juan José Castelli tal vez fue nuestro primer gran político. Iluminado por las nuevas ideas desarrolló una acción política que señaló el camino hacia la nueva Nación Argentina. Su vida ilustra las terribles tensiones que deben soportarse cuando se desea cambiar radicalmente su tiempo. Es la historia de las múltiples contradicciones que la acción política debe resolver para prohijar la construcción colectiva de una nueva sociedad.

jueves, 15 de julio de 2010

Casa Historica de Tucuman


La Casa Histórica de la Independencia, es un edificio histórico localizado en el centro de la ciudad argentina de San Miguel de Tucumán, donde un cuerpo de delegados de la mayoría de las Provincias Unidas del Río de la Plata, conocido como el Congreso de Tucumán, proclamó la declaración de independencia de la Argentina, el 9 de julio de 1816. Al momento de declararse la Independencia la casa pertenecía a Don Pedro Antonio de Zavalía y Andía Varela quien la había recibido como dote de casamiento con Doña Gertrudis Laguna y Bazán.

jueves, 8 de julio de 2010

Perfil de Juan Jose Castelli

Juan José Castelli fue uno de los impulsores de la Revolución de Mayo, gesta con que se inició el proceso que daríalugar a la Nación Argentina. Como abogado y periodista, Castelli fue uno de los introductores de las ideas de la Ilustración al Río de la Plata. Como político, formó parte de la primera sociedad secreta criolla que más adelante sería conocida como “partido de la independencia” y negoció con emisarios y espías de la corona británica, a la que se opuso cuando se revelaron sus intenciones anexionistas. Secundó a Manuel Belgrano en el “Carlotismo”, un malogrado proyecto que proponía crear en el Virreinato del Río de la Plata un reino independiente, con una monarquía constitucional encabezada por Carlota Joaquina de Borbón.

Sin embargo su contribución más importante fue su acción política que logró la unidad entre las diferentes facciones de la política criolla, sin la cual no hubiese llegado a buen fin la revuelta de Mayo. Cuando llega la noticia de la caída Junta de Sevilla se inicia el proceso que concluiría en la Revolución de Mayo y la figura de Castelli cobró una gran relevancia. Junto a Belgrano inició las negociaciones para realizar un cabildo abierto, ya que al caer la Junta que había designado al virrey, la autoridad del mismo carecía de legitimidad. La presión ejercida por Castelli y Martín Rodríguez, más la negativa de Saavedra a dar apoyo al virrey con el Regimiento Patricios, obligo a Cisneros a permitir la realización de las sesiones del cabildo.

La oratoria desarrollada por Castelli en estas jornadas le hicieron ganar el mote de “el orador de Mayo” y su conducción política fue determinante para el éxito de la revolución. En la jornada del 22 de Mayo, Castelli intentó imponer su idea de que a falta de una autoridad legítima, la soberanía regresaba al pueblo y éste debía gobernarse a sí mismo –la llamada doctrina de la retroversión de la soberanía de los pueblos–. Sin embargo, el Cabildo decidió formar una junta que incluía a Castelli y Saavedra pero que era presidida por Cisneros. Por tal motivo, tanto Castelli como Saavedra renuncian a los cargos y esta junta nunca llegó a gobernar. Inmediatamente, los representantes de las distintas extracciones criollas de la política local comienzan a negociar y conforman la lista de integrantes para la Junta que se proclamaría el 25 de mayo. Castelli es designado Vocal. En estos días forja una fuerte amistad con Mariano Moreno, con quien comparte tanto los ideales rousseaunianos como una fuerte voluntad de extremar medidas para consolidad el nuevo gobierno. Tal actitud les hizo ganar el calificativo de “jacobinos”.

Uno de los primeros actos de gobierno propulsado por Castelli fue la expulsión de Cisneros y los oidores de la Real Audiencia. En agosto, frustrada la contrarrevolución encabezada por Santiago de Liniers en Córdoba, la Junta comisiona a Castelli para ejecutar la orden de fusilamiento de los rebeldes. En Cabeza de Tigre, en el límite entre Santa Fe y Córdoba, Castelli ordenó el fusilamiento del ex virrey y del gobernador cordobés Juan Gutiérrez de la Concha –entre otros conspiradores–. Domingo French fue el encargado de ejecutar la sentencia. El 6 de septiembre la Junta dispuso que Castelli asumiera el mando político del “Ejercito del Perú” –Ejercito del Norte– y dirigiese las operaciones de la Campaña al Alto Perú. Las tropas dirigidas por González Balcarce vencen al ejército realista en la batalla de Suipacha –7 de noviembre– y el Alto Perú lo que permitió controlar todo el Alto Perú sin oposición.

Castelli instaló su gobierno en Chuquisaca y comienza a hacer reformas de índole social y económico: proclama el fin de la servidumbre indígena y prohíbe en el Alto Perú. Reorganiza la Casa de Moneda de Potosí, planea la reforma de la Universidad de Charcas y propone conceder el derecho a voto a los indígenas. Prohibió que se establecieran nuevos conventos o parroquias, para evitar que los indigenas fueran sometidos a servidumbre por las órdenes religiosas. Este decreto fue publicado en castellano, guaraní, quechua y aymará. Coherente con estas reformas, Castelli festejó el 25 de mayo de 1811 en Tiahuanaco con los caciques indios, donde rindió homenaje a los antiguos incas.
Sin embargo, a pesar de las profundas transformaciones sociales y políticas que propicia en la sociedad altoperuana a favor de los indios y criollos, esta experiencia concluye en forma catastrófica. En parte, el fracaso es causa de la precaria situación militar y final derrota del Ejercito del Norte; pero mucho más se debe a la intransigencia y dureza de su gobierno a la hora de imponer un nuevo orden que, a todas luces, se oponía a la cultura política y religiosidad popular.
Tras la derrota de Huaqui –19 de junio– los habitantes del Alto Perú abrieron las puertas de sus ciudades a los realistas y el ejército debió abandonar rápidamente esas provincias. En octubre, Castelli fue separado de su cargo y, en diciembre, enjuiciado en Buenos Aires por sus adversarios políticos, es decir, el Primer Triunvirato. Un cáncer de lengua, lo imposibilitó de defenderse de palabra. La justicia no había llegado a expedirse un año después, cuando falleció en octubre de 1812.

Juan José Castelli tal vez fue nuestro primer gran político. Iluminado por las nuevas ideas desarrolló una acción política que señaló el camino hacia la nueva Nación Argentina. Su vida ilustra las terribles tensiones que deben soportarse cuando se desea cambiar radicalmente su tiempo. Es la historia de las múltiples contradicciones que la acción política debe resolver para prohijar la construcción colectiva de una nueva sociedad.

jueves, 24 de junio de 2010

Retrato de Juan Jose Castelli


Frases de Juan Jose Castelli

- "Si ves al futuro, decile que no venga." (antes de morir)
- “Ningún tirano haría progresos si no hubieren malvados que conducidos por el egoísmo y arrastrados por el torrente de la pasiones antisociales, no sirviesen de apoyo al trono erigido por los déspotas entre las ruinas de la virtud y derechos más augustos del hombre”.
- “Sabed que el gobierno de donde yo procedo solo aspira a restituir a los pueblos su libertad civil y que vosotros bajo su protección viviréis libres gozando en paz juntamente con nosotros esos derechos originarios que nos usurpó la fuerza. En una palabra, la junta de la capital os mirará como a hermanos, y os considerará como iguales, éste es todo su plan, y jamás discrepará de él mi conducta”. “Si el Pueblo es el origen de toda autoridad, y el magistrado no es sino un precario ecónomo de sus intereses, es un deber suyo manifestar los motivos que determinan sus operaciones”.
- “Un corazón formado en la intriga y habituado al crimen no puede ocultar por mucho tiempo el veneno que lo alimenta, y aunque la explosión de su malicia se dilata algunas veces, al fin se descubre sus progresos” “La muerte será la mayor recompensa de mis fatigas, cuando haya visto ya expirar a todos los enemigos de mi patria, porque entonces nada tendrá que desear mi corazón, y mi esperanza quedará en una eterna apatía, al ver asegurada para siempre la libertad del Pueblo Americano”.

Fotos de la Primera Junta




Juan Jose Castelli

Era primo y amigo de Manuel Belgrano, quien lo designó como suplente de la secretaría del Consulado en 1796. Junto a Belgrano, Rodríguez Peña y Vieytes, fue uno de los precursores de la Revolución de Mayo. Castelli fue comisionado para intimar al Virrey Cisneros a que cesara en su cargo. Fue el encargado de defender la posición patriota en las sesiones del Cabildo del 22 de Mayo de 1810.
A partir de entonces, lo llamaron "el orador de la revolución". Fue nombrado vocal de la Primera Junta, organismo que le encargó la represión de la contrarrevolución de Liniers en Córdoba. Castelli actuó con toda energía fusilando a Liniers y a sus compañeros. Luego se le encomendó la misión de ocupar el Alto Perú, donde impuso un gobierno revolucionario, liberando a los indios de los servicios personales y de la esclavitud, y fusilando a varios funcionarios reales.

jueves, 3 de junio de 2010

La Revolucion de Mayo


Juan José Castelli fue uno de los impulsores de la Revolución de Mayo, gesta con que se inició el proceso que daríalugar a la Nación Argentina.

jueves, 27 de mayo de 2010

Su nacimiento y sus estudios


Los padres del Libertador – Juan de San Martín y Gregoria Matorras – eran españoles, ambos originarios del reino de León.
Juan, el padre de San Martín, había nacido en Cervatos de la Cueza, una humilde aldea leonesa en España. Militar desde los 18 años, le fue encomendado en 1764 continuar sus servicios en el Río de la Plata. Estando en la Banda Oriental (actual Uruguay) conoció a Gregoria, quien había llegado a estas costas acompañando a un primo que aspiraba a colonizar la región chaqueña. Se cazaron y tuvieron 5 hijos.
El padre fue un destacado militar que al momento del nacimiento de su quinto y último hijo, José Francisco, ocupaba el cargo de Teniente de Gobernador del Departamento de Yapeyú, antigua cabecera de una misión jesuítica. Los cuatro hijos varones siguieron la carrera militar del padre, pero solo José regresó a su tierra natal para participar de las guerras de la independencia.
La Cuna Natal.
Yapeyú, cuna del Libertador y cuyo nombre completa es Nuestra Señora de los Reyes Magos de Yapeyú, fue fundada el 4 de Febrero de 1627 por el padre jesuita Pedro Romero. Con el tiempo llegó a ser el más grande centro ganadero rioplatense, además de destacarse por sus fábricas de zapatos e instrumentos musicales. San Martín nació allí el 25 de Febrero de 1778, diez años después de la expulsión de los jesuitas y cuando el pueblo ya se encontraba en decadencia.
En 1785 viaja a España junto a su familia.
Al llegar entró en el Seminario de Nobles de Madrid, colegio aristocrático instituido por Felipe V al empezar el siglo.
En la península siguió la carrera militar y adquirió una valiosa experiencia en las guerras contra Francia, que luego volcaría en América. También ilustró su pensamiento con ideas libertarias de los hombres de la Ilustración.
Luego ingresó como cadete del Regimiento de Infantería de Línea n° 20 Murcia “EL Leal”, a la edad de 11 años.

jueves, 6 de mayo de 2010

El carlotismo

A fines de 1807 tuvo lugar un acontecimiento que revolucionó la política española: luego de invadir Portugal, Napoleón Bonaparte tomó España. El rey Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando VII, pero Napoleón lo capturó e intervino para que en su lugar se nombrara como rey de España a su hermano José Bonaparte, en una serie de traspasos de la corona española conocida como Abdicaciones de Bayona. El pueblo español organizó juntas de gobierno para resistir la ocupación francesa y a los pocos meses la Junta Central de Sevilla, que se atribuyó la autoridad suprema sobre España y las colonias. Esta situación alentó a la infanta Carlota Joaquina de Borbón a reclamar la regencia de las colonias americanas.

En este contexto, Castelli y Álzaga conversaban la posibilidad de expulsar a Liniers y constituir una Junta de gobierno propia, similar a las de la metrópoli. Dicho proyecto no era compartido por la mayoría de los criollos ni por el jefe del Regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra. Manuel Belgrano propone como alternativa apoyar los planes de la infanta Carlota, a lo cual adhieren Castelli y los demás criollos. Belgrano, de ideas monárquicas, sostenía que el proyecto carlotista sería la forma más práctica de lograr la emancipación de España en las circunstancias vividas. El 20 de septiembre de 1808 Castelli redactó un documento dirigido a Carlota, con las firmas de Beruti, Vieytes, Belgrano y Nicolás Rodríguez Peña.

Sin embargo, Carlota renegó de dichos apoyos: el partido de la independencia aspiraba a establecer una monarquía constitucional con Carlota a la cabeza, pero ésta prefería conservar el poder de una monarquía tradicional. En consecuencia, denunció la carta y mediante su agente Julián de Miguel logró que se detuviera y acusase de alta traición a Diego Paroissien, quien llevaba diversas cartas dirigidas a los criollos. Castelli fue su abogado defensor.

Castelli logró la absolución de Paroissien amparándose en la doctrina de la Retroversión de la soberanía de los pueblos, que sostenía que las tierras americanas eran una posesión personal del Rey de España pero no una colonia española. Dicho criterio ya existía de antaño y se utilizaba para legislar en forma diferenciada en ambos distritos, pero en el nuevo contexto Castelli argumentaba que ni el Consejo de Regencia, ni ningún otro poder de España que no fuera el del rey legítimo, tenía autoridad sobre América. Decía Castelli que "no basta la mera voluntad de los pueblos de España para traer a su obediencia los de las Indias". Bajo estas premisas, Castelli sostuvo exitosamente que ofrecer la regencia a la hermana del rey cautivo, mientras no se negara la legitimidad de Fernando VII, no constituía un acto de traición sino un proyecto político legítimo que debía ser resuelto por los pueblos americanos sin intervención de los españoles.

El 1 de enero de 1809 Álzaga reunió a los batallones de Vizcaínos, Gallegos y Catalanes e intentó una asonada para destituir a Liniers. Unos pocos criollos como Mariano Moreno depositaron sus esperanzas independentistas en la misma, pero la mayoría no: los cuerpos de Patricios, Arribeños, Húsares, Artilleros, Pardos y Morenos, acompañados de los Montañeses y Andaluces fieles a Liniers, ganan la plaza y obligan a las tropas complotadas a retirarse. Castelli apoyó a Liniers y acusó a Álzaga de independentismo. La aparente contradicción radica en que Álzaga no buscaba lo mismo que los criollos: buscaba destituir al virrey que se oponía a sus intereses, pero manteniendo la supremacía social de los españoles peninsulares por sobre los criollos sin cambios. Álzaga fue derrotado y poder de los criollos aumentó: Álzaga y Sentenach fueron desterrados a Carmen de Patagones y las milicias españolas que intentaron la asonada fueron disueltas.

En julio arribó a colonia el nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros y los independentistas no se ponían de acuerdo sobre el curso a seguir. Castelli hablaba de retomar la idea de Álzaga de crear una junta de gobierno pero no dirigida por españoles, mientras que Belgrano insistía con el plan carlotista y Rodríguez Peña proponía un golpe militar, con o sin Liniers a la cabeza. Pero quien se impuso fue Saavedra, quien sostenía la necesidad de postergar las acciones: "aún no es tiempo, dejen ustedes que las brevas maduren y entonces las comeremos".

jueves, 29 de abril de 2010

La campaña al Alto Perú

Castelli no fue bien recibido en Córdoba, en donde los fusilados eran populares, pero sí en San Miguel de Tucumán. En Salta, pese a ser bien recibido, tuvo dificultades para obtener tropas, mulas, víveres, dinero o artillería. Asumió el mando político de la Expedición, desplazando a Hipólito Vieytes y reemplazó a Ocampo por el coronel Antonio González Balcarce. En Salta recibió noticias de que Cochabamba había adhirido al movimiento patriótico, aunque enfrentando fuerzas realistas provenientes de La Paz. Tenía también en su poder una carta de Nieto para Gutiérrez de la Concha, ya fusilado, donde relataba que un ejército realista dirigido por Goyeneche avanzaba sobre Jujuy. Balcarce, ya en Potosí, fue derrotado por las fuerzas de Nieto en Cotagaita, lo que motivó a Castelli a enviar doscientos hombres y dos cañones a marchas forzadas para reforzarlos. Con dicha guarnición Balcarce logró la victoria de Suipacha, que les permitió controlar todo el Alto Perú sin oposición. Entre los hombres enviados, reclutados en Salta y Santiago del Estero, se encontraba Martín Miguel de Güemes, un ex oficial de los Húsares de Buenos Aires que más tarde se convertiría en un caudillo de la lucha independentista en la región.
En la Villa Imperial, uno de los sitios más prósperos del Alto Perú, un cabildo abierto reclamó a Goyeneche que se retirase del territorio, a lo cual debió acceder ya que no contaba con las fuerzas suficientes para imponerse. El obispo de La Paz, Remigio La Santa y Ortega, huyó junto a él. Castelli fue recibido en Potosí, en donde exigió a la Junta un juramento de obediencia y la entrega de los generales realistas Francisco de Paula Sanz y José de Córdoba, que fueron fusilados. Para capturar a Vicente Nieto decidió que la operación fuese llevada a cabo exclusivamente por los patricios sobrevivientes de Potosí, que habían sido incorporados con honores al ejército patriota. Por su parte, Goyeneche y el obispo paceño también fueron condenados legalmente, pero la sentencia no llegó a ejecutarse ya que se encontraban a salvo en tierras realistas. Bernardo Monteagudo, preso en la Real Cárcel de la Corte de Chuquisaca por su participación en la revolución de 1809, se enteró del acercamiento del ejército y logró fugarse para poder unirse a sus filas. Castelli, que ya conocía los antecedentes de Monteagudo, no dudó en nombrarlo su secretario.
Instaló su gobierno en Chuquisaca, desde donde presidió el cambio de régimen en toda la región. Proyectó la reorganización de la Casa de Moneda de Potosí, planeó la reforma de la Universidad de Charcas y proclamó el fin de la servidumbre indígena en el Alto Perú, anulando el tutelaje y otorgándoles calidad de vecinos y derechos políticos iguales a los de los criollos. También prohibió que se establecieran nuevos conventos o parroquias, para evitar la práctica frecuente de que, bajo la excusa de difundir la doctrina cristiana, los indios fueran sometidos a servidumbre por las órdenes religiosas. Autorizó el libre comercio y repartió tierras expropiadas entre los antiguos trabajadores de los obrajes. El decreto fue publicado en castellano, guaraní, quechua y aimara; y también se abrieron varias escuelas bilingües. Festejó el 25 de mayo de 1811 en Tiahuanaco con los caciques indios, donde rindió homenaje a los antiguos incas, incitando a los pobladores a revelarse en contra de los españoles. Sin embargo a pesar del acogimiento recibido, Castelli era consciente de que la mayor parte de la aristocracia lo apoyaba debido al temor que les provocaba el ejército auxiliar, más que por un auténtico apoyo a la causa de Mayo.
Las órdenes recibidas de la Junta fueron ocupar con criollos todos los cargos de importancia, y quebrar la alianza entre la élite criolla y la española. Entre otras, se le ordenaba que no quede un solo europeo, militar o paisano, que haya tomado las armas contra la capital.
En noviembre de 1810 envió a la Junta un plan: cruzar el río Desaguadero, frontera entre ambos virreinatos, y tomar el control de las intendencias peruanas de Puno, Cuzco y Arequipa. Castelli sostenía que era urgente sublevarlas contra Lima, ya que su economía dependía en gran medida de dichos distritos y si perdía su poder sobre ellos, el principal baluarte realista se vería amenazado. El plan fue rechazado por considerárselo demasiado temerario y se le requirió a Castelli atenerse a las órdenes originales. Castelli obedeció lo ordenado.
En diciembre desterró a Salta a 53 españoles y sometió la decisión a aprobación de la Junta. El vocal Domingo Matheu, que tenía tratos comerciales con Salvador Tulla y Pedro Casas, gestionó la anulación del acto, aduciendo que Castelli habría actuado influído por calumnias y acusaciones infundadas. "'(...) siento que por cuatro borrachones se tratase de descomponer una obra tan grande como la que tenemos para coronar (...)".[ ]En cambio, el doctor Juan Madera, integrante del ejército de Castelli, no compartió el criterio de la Junta: "(...) sucedió que fueron perdonados y mandados volver a Potosí por orden del gobierno de Buenos Aires contra el sentimiento de todos los buenos patriotas y con notable perjuicio de la causa pública; pues en el mes de mayo de 1811 formaron éstos una horrorosa conspiración, en que fueron sorprendidos en el lugar que llaman el Beaterio de Copacabana, habiendo hecho fuego y resistencia y estos individos no se castigaron"
El apoyo a Castelli comenzaba a bajar, principalmente por el trato dado a los indios y la decidida oposición de la iglesia, que atacaba a Castelli a través de su secretario Bernardo Monteagudo y su público ateísmo. Tanto los realistas de Lima como los saavedristas en Buenos Aires los comparaban a ambos con Maximilien Robespierre. El Dean Funes los consideraba "esbirros del sistema robesperriano de la Revolución francesa".
Castelli también abolió la mita en el Alto Perú, un proyecto que era compartido por Mariano Moreno, pero por entonces Moreno ya había sido alejado de la Junta, que con la incorporación de los diputados del interior se transformó en la Junta Grande. Sin que Castelli estuviera en Buenos Aires para mediar entre ellos, las disputas entre morenistas y saavedristas habían recrudecido. La Junta le reclamaba a Castelli que moderara sus acciones, pero éste siguió adelante con las posturas que compartía con Moreno. Varios oficiales saavedristas — entre ellos José María Echaurri, José León Domínguez, Matías Balbastro, el padre capellán Manuel Antonio Azcurra y el sargento mayor Toribio de Luzuriaga — planearon secuestrar a Castelli y Balcarce, remitirlos a Buenos Aires para juzgarlos y otorgar el mando del Ejército del norte a Juan José Viamonte. Sin embargo, el propio Viamonte no se prestó a dicho plan cuando le fue informado por los complotados y no llegó a intentar ejecutarse. Les escribió a Vieytes, Rodríguez Peña, Larrea y Azcuénaga solicitándoles que viajen al Alto Perú y que tras la derrota de Goyeneche marcharían sobre Buenos Aires, pero la carta fue enviada por el servicio de postas y el jefe de correos de Córdoba, don José de Paz, resuelve enviársela a Cornelio Saavedra.

jueves, 22 de abril de 2010

La Revolucion de Mayo

Cuando llegó la noticia de la caída de la Junta de Sevilla en poder de los franceses, el grupo de Castelli y Belgrano dirigió el proceso que llevaría a la Revolución de Mayo. Castelli y Saavedra eran los líderes más notorios de esos días, y en primer lugar descartaron el plan de Martín Rodríguez de expulsar a Cisneros por la fuerza. Luego de varias discusiones, se decidió demandar la realización de un cabildo abierto. Castelli y Belgrano negociaron con el alcalde de primer voto Juan de Lezica y el síndico procurador, Julián de Leiva. Aunque lograron convencerlos, aún hacía falta la autorización del propio Cisneros, para lo cual acudieron Castelli y Rodríguez a la sala del Fuerte. Previo a ello, Cornelio Saavedra le había negado a Cisneros el apoyo de los patricios, bajo la premisa de que al desaparecer la Junta de Sevilla que lo había nombrado como virrey, ya no poseía legitimidad para ejercer dicho cargo.

Cisneros se exaltó por la presencia de Castelli y Rodríguez, que acudían sin cita y armados, pero éstos reaccionaron con dureza y exigieron una contestación inmediata al pedido de cabildo abierto. Tras una breve conversación en privado con el fiscal Caspe, Cisneros accedió a que se realizara. Cuando los criollos se estaban retirando, Cisneros consultó por su seguridad personal, a lo cual Castelli respondió: "Señor, la persona de Vuestra Excelencia y su familia están entre americanos, y esto debe tranquilizarlo". Tras dicha entrevista acudieron a la casa de Rodríguez Peña, a informar a sus partidarios de lo ocurrido.

Además de por su oratoria, Castelli es conocido como "el orador de Mayo" por la gran actividad que desarrolló en la semana de Mayo. Las memorias de los testigos y protagonistas de esos días lo mencionan en multitud de sitios y actividades: negociando con los hombres del Cabildo, en casa de los Rodríguez Peña, participando de la planificación de los pasos a seguir por los criollos, en los cuarteles arenando a las milicias, yendo y viniendo al Fuerte para presionar a Cisneros. El propio Cisneros, al describir los acontecimientos al Consejo de Regencia, llamó a Castelli "el principal interesado en la novedad", es decir, en la revolución.


El Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810.El cabildo abierto se celebró el 22 de mayo de 1810. En él se discutió si el virrey debía seguir o no en su cargo y en caso negativo quién lo debería reemplazar. El primero en opinar fue el obispo Benito Lué y Riega, quien sostuvo que Cisneros debía continuar y que, en caso de que toda España quedase en poder de Francia, los españoles peninsulares debían mandar en América. Castelli tomó la palabra para responderle al obispo y basó su argumentación en la doctrina de la retroversión de la soberanía de los pueblos que ya había empleado en la defensa de Paroissien. Insistía con la idea de que, a falta de una autoridad legítima, la soberanía regresaba al pueblo y éste debía gobernarse a sí mismo. Más adelante se impuso la idea de destituir al virrey, pero como Buenos Aires no tenía autoridad para decidir unilateralmente la nueva forma de gobierno, se elegiría a un gobierno provisorio, en tanto se solicitaban diputados a las demás ciudades para tomar la decisión definitiva. Sin embargo, hubo diferencias sobre quién debía ejercer ese gobierno provisorio: algunos sostenían que debía hacerlo el cabildo, y otros que debía elegirse una junta de gobierno. Para unificar criterios, Castelli se plegó a la propuesta de Saavedra de formar una junta, pero con el añadido de que el síndico procurador del cabildo, Julián de Leiva, tuviese voto decisivo en su formación. Con esto buscaba sumar a los antiguos partidarios de Álzaga, como Mariano Moreno, Domingo Matheu y el propio Leiva.

Sin embargo, el poder que recibió Leiva le permitió realizar una maniobra que Castelli no había previsto. Aunque se aprobó el cese de Cisneros como virrey, Leiva conformó una Junta con Cisneros como presidente, quien de dicha forma conservaría el poder. Los otros miembros habrían sido el cura Juan Nepomuceno Solá, el comerciante José Santos de Inchaurregui, del partido español, y Saavedra y Castelli en representación de los criollos. El grueso de los criollos rechazó el proyecto: no aceptaban que Cisneros permaneciera en el poder aunque fuera bajo otro título; desconfiaban de las intenciones de Saavedra y estimaban que Castelli, solo en la junta, poco y nada podría lograr. Castelli y Saavedra renunciaron ese mismo día y la Junta organizada por Leiva no llegó a gobernar.


Mariano Moreno compartía varios puntos de vista con Castelli.Esa misma noche los dirigentes criollos se reunieron en la casa de Rodríguez Peña y redactaron una lista de integrantes para una junta de gobierno que se presentó el 25 de mayo, mientras que French, Beruti, Donado y Aparicio ocuparon con gente armada la plaza y sus accesos. La lista agrupaba a representantes de las distintas extracciones de la política local. Lezica informó finalmente a Cisneros que había dejado de mandar. En su lugar asumió la Primera Junta.

Castelli encabezó junto a Mariano Moreno las posturas más radicales de la Junta. Ambos se habían vuelto amigos íntimos y se visitaban a diario. Julio César Chávez los describió de la siguiente manera: "Apasionados al extremo, leales hasta el sacrificio con el amigo o el correligionario, e implacables en su oposición al enemigo; decisión firme, santa, al servicio de una causa imponderable y noble; valor moral, conciencia de la responsabilidad; energía, tenacidad e indeclinable resolución en el servicio: Juan José Castelli y Mariano Moreno.". Como ambos compartían los ideales rousseaunianos y la determinación de tomar las medidas más extremas en favor de la revolución, se les adjudicó el calificativo de "jacobinos".

Una de las primeras medidas de Castelli en la Junta fue la expulsión de Cisneros y los oidores de la Real Audiencia, que fueron embarcados rumbo a España con el pretexto de que sus vidas correrían peligro.

jueves, 15 de abril de 2010

Las Invasiones Inglesas

A través de Saturnino Rodríguez Peña entró en contacto con James Florence Burke, quien decía representar a Gran Bretaña y que, en apoyo a las propuestas de Francisco de Miranda, se impulsaba la emancipación de las colonias hispanoamericanas. Burke era en realidad un espía inglés, con la misión de obtener información sobre las colonias hispanoamericanas. Con su intervención, y gracias a las promesas de apoyo inglés, se creó la primera sociedad secreta criolla organizada para tales fines, y que más adelante sería conocida como "partido de la independencia", en donde se encontraban Castelli, Burke y los principales colaboradores del Semanario... de Vieytes. El espía fue finalmente descubierto por Sobremonte y expulsado del virreinato.

Por ese entonces Castelli se mudaba de vivienda, trasladándose a una chacra situada en donde hoy se encuentra el barrio de Núñez. Algunos de sus vecinos en la zona eran Cornelio Saavedra, Juan Larrea, Miguel de Azcuénaga y el abogado José Darregueira. En dicha chacra tendría sembrados y una fábrica de ladrillos. Las reuniones de la sociedad secreta continuaron, sin verse afectadas por la ida de Burke. El 2 de junio de 1806 murió la madre de Castelli, el cuál aún estaba de luto cuando ese mismo mes llegaron noticias del desembarco inglés en Quilmes.

El partido de la independencia fue tomado por sorpresa por los acontecimientos: no habían sido avisados de que aquella expedición fuera a tener lugar, y la proclama inglesa hablaba de respeto a la religión, las propedades, el orden, la libertad y el comercio, pero no se emitió ni una palabra relativa a los proyectos de Miranda. Para aclarar dichos puntos se formuló una entrevista con Beresford, a quien se le solicitó aclarar si las promesas de Burke seguían en pie y si el gobierno de Londres apoyaría la independencia. Beresford respondió con evasivas, argumentando que no tenía instrucciones en dicho sentido y que con la reciente muerte de William Pitt y el ascenso de los liberales al poder inglés debía aguardar nuevas órdenes. Desde el punto de vista de los criollos, aquello implicaba que los ocupantes sólo aspiraban a anexar la ciudad al Reino Unido; lo cual hubiera significado cambiar una metrópoli por otra. A pesar de ello, intentaron un último golpe de mano: tras la reconquista de Buenos Aires lograda por Santiago de Liniers, Saturnino Rodríguez Peña ayudó a Beresford a fugarse, con el propósito de que éste convenza al jefe de la nueva invasión de aplicar los proyectos de Burke y Miranda. La segunda invasión inglesa sepultó las últimas esperanzas de los patriotas criollos en la estrategia de acercamiento que impulsaba el venezolano Francisco de Miranda. Castelli, al igual que Belgrano, Martín Rodríguez, Domingo French y Antonio Beruti, combatió contra quienes poco antes consideraban sus posibles aliados.
Tras la exitosa defensa de la ciudad en 1807 crecieron las disputas entre Santiago de Liniers, nombrado como virrey interino, y el Cabildo de Buenos Aires, liderado por Martín de Álzaga. El grupo criollo también vio aumentado su poder de influencia: de los ocho mil hombres armados de la ciudad, cinco mil correspondían a las milicias criollas. Los cuerpos más poderosos eran los de Patricios y Arribeños, y también tenían una fuerte injerencia en los de Húsares y artilleros. Álzaga, por su parte, contaba con unidades de españoles peninsulares, entre ellas las de Vizcaínos, Gallegos y Catalanes. Tanto Álzaga como Liniers representaban a facciones con intereses opuestos a la separación de la metrópoli: Álzaga y el Cabildo, a los comerciantes ligados con Cádiz, y Liniers a los funcionarios del poder monárquico. Aún así, ambos procuraban utilizar la creciente influencia criolla en su favor. Álzaga se abstuvo de denunciar a Castelli y Rodríguez Peña como cómplices de la fuga de Beresford, y Liniers se apoyaba en las milicias criollas para contrarrestar la oposición de Álzaga y el Cabildo.

Inicios de su acción política

En 1794 llegó a Buenos Aires una copia de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, sancionada por la Revolución francesa, que circuló clandestinamente por el virreinato. Ese año también regresaba Manuel Belgrano de sus estudios en Europa, con el cargo de secretario perpetuo del Consulado de Comercio de Buenos Aires. Ambos compartían ideas similares sobre el monopolio comercial español y los derechos de los criollos. Belgrano intentó nombrar a Castelli secretario interino del Consulado, como suplente suyo, pero enfrentó una fuerte oposición de los comerciantes españoles que demoró dicha designación hasta 1796. Los intentos de Belgrano por nombrar a Castelli como su sucesor se fundamentaban también en una enfermedad contraída por el mismo durante su estadía en Europa, que lo obligó a tomar prolongadas licencias en su trabajo.

Dos años después tuvo lugar una situación similar, para la elección de los integrantes del Cabildo de Buenos Aires de 1799. Castelli fue elegido regidor tercero, y rechazado por los comerciantes ligados al puerto de Cádiz. El pleito duró un año, hasta que finalmente el virrey Avilés acepta el dictamen del comerciante Cornelio Saavedra y confirmó a Castelli en el cargo, mediante orden real en mayo de 1800. Sin embargo, para entonces Castelli se excusó de asumir dicho cargo, ya que las funciones del Consulado ocupaban todo su tiempo. Esto fue visto como un insulto por los comerciantes peninsulares, entre ellos Martín de Álzaga.

Al llegar de españa el masón Francisco Cabello y Mesa Belgrano y Castelli lo apoyaron en dos proyectos: la creación de una "Sociedad Patriótica, Literaria y Económica", y la publicación del Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiografo del Río de la Plata, que sería el primer periódico porteño. Ambos proyectos tuvieron una escasa duración: la sociedad no llegó a constituirse y sus actividades fueron prohibidas por una orden real, mientras que la Corona ordenó al Consulado retirar su apoyo al periódico, que deja de ser publicado. En dicho periódico se mencionó por primera vez el concepto de patria y se habló de los habitantes como "argentinos". Además de Castelli, Cabello y Belgrano (secretario de la publicación), trabajaron el mismo Manuel José de Lavardén, Miguel de Azcuénaga y el fray Cayetano Rodríguez.

A pesar del cierre del Telégrafo Mercantil, los criollos aún deseaban expresarse a través de un periódico, por lo que Vieytes creó el Semanario de Agricultura, Industria y Comercio. Castelli colabora en él, al igual que todo el grupo que se reúne en casa de Rodríguez Peña. En dicho periódico se proponían ideas para la mejora técnica de la agricultura, quita de restricciones al comercio, desarrollo de manufacturas, etc. También se presentaron biografías de los autores de la revolución estadounidense, como Benjamín Franklin.

jueves, 1 de abril de 2010

Educacion y Familia

Castelli fue el primero de los ocho hijos del médico veneciano Ángel Castelli Salomón y Josefa Villarino. Esta última estaba emparentada por vía materna con los Belgrano. Castelli cursó sus primeros estudios con los jesuitas, poco antes de su expulsión, en el Real Colegio de San Carlos, lo cual sentó las bases de sus posteriores estudios religiosos.

Por una disposición de una herencia, uno de los hijos del matrimonio Castelli debía ordenarse sacerdote; a ese destino fue asignado Juan José, y fue enviado a estudiar al Colegio Monserrat, en Córdoba. Allí fue compañero de estudios de otros hombres que influirían en la vida pública sudamericana, como Saturnino Rodríguez Peña, Juan José Paso, Manuel Alberti, Pedro y Mariano Medrano, o el cuyano Juan Martínez de Rozas, entre otros. Allí tomó contacto también con las obras de Voltaire y Diderot y, en especial, con el Contrato Social de Rousseau. Al finalizar los estudios escolares comienzó estudios universitarios de filosofía y teología. Pero, en 1785, al morir su padre, abandonó la carrera sacerdotal, por la cual no sentía una fuerte vocación.

Decidido a estudiar jurisprudencia, rechazó la intención de su madre, de enviarlo a estudiar a España, junto a su primo Manuel Belgrano, a universidades como la de Salamanca o Alcalá de Henares. En lugar de ello, optó por dirigirse a la Universidad de Chuquisaca. Allí conoció los ideales de la Revolución francesa.

De regreso a Buenos Aires, se estableció como abogado, abriendo su estudio en su casa familiar. Representó a la Universidad de Córdoba en distintas causas, y a su tío Domingo Belgrano Peri. Su relación con Saturnino Rodríguez Peña se extendió a su hermano, Nicolás Rodríguez Peña, y a su socio Hipólito Vieytes. La casa de Rodríguez Peña sería en el futuro la sede de reuniones frecuentes de criollos revolucionarios.

En 1794 se casó con María Rosa Lynch, y tuvieron como hijos a Ángela, Pedro (el futuro coronel), Luciano, Alejandro, Francisco José y Juana.

jueves, 25 de marzo de 2010

Juan Jose Castelli


Juan José Castelli (Buenos Aires, 19 de julio de 1764 - íd., 12 de octubre de 1812) fue un político de las Provincias Unidas del Río de la Plata más conocida como República Argentina, miembro de la Primera Junta de gobierno de ese país. Fue conocido como "El orador de Mayo" y se caracterizó junto a Mariano Moreno por su enérgico apoyo a la Revolución de Mayo.

Fue integrante de la Primera Junta resultante tras dicha revolución. Marchó hacia Córdoba para supervisar el fusilamiento de Santiago de Liniers tras la derrota de su contrarrevolución, y de allí marchó al Alto Perú con el Ejército del Norte. A pesar de sus triunfos iniciales, fue derrotado por José Manuel de Goyeneche en la Batalla de Huaqui. A su regreso a Buenos Aires el Primer Triunvirato le inició un juicio, pero murió en 1812 debido a un cáncer de lengua. El juicio nunca fue finalizado.