jueves, 5 de agosto de 2010

La enfermedad y el amargo repliegue

Todo sería entonces, para Castelli, amargura y decepción. El jacobino nacionalista, el patriota emancipador de indios y esclavos, el tribuno de Mayo, el gran orador, deberá enfrentar los progresos acelerados del cáncer de lengua, ya identificado por los médicos que lo asisten. Simultáneamente, las autoridades porteñas, atrapadas por los intereses localistas que veían con hostilidad la proyección de la Revolución más allá del Puerto y su reducido hinterland, aprovechan la oportunidad. Hacen responsable a Castelli del desastre de Huaqui, por lo que es separado de su cargo y desterrado. En diciembre de 1811 se le inició sumario, siendo su juez un tío de Mariano Moreno, el Doctor Tomás Antonio Valle. Daban comienzo los sinsabores del Proceso de Desaguadero.

Preso en una escuela mientras es juzgado, Castelli inspira al narrador argentino Andrés Rivera un libro que lo hará merecedor del Premio Nacional de Literatura 1992. En la obra, La revolución es un sueño eterno, el personaje Castelli imaginado por Rivera, da cuenta de su padecimiento:
" Escribo: un tumor me pudre la lengua. Y el tumor que la pudre me asesina con la perversa lentitud de un verdugo de pesadilla.

¿Yo escribí eso, aquí en Buenos Aires, mientras oía llegar la lluvia, el invierno, la noche?
Y ahora escribo: me llamaron – ¿importa cuando? – el orador de la Revolución. Escribo: una risa larga y trastornada se enrosca en el vientre de quien fue llamado el orador de la Revolución. Escribo: mi boca no ríe. La podredumbre prohibe a mi boca, la risa.
Yo , Juan José Castelli, que escribí que un tumor me pudre la lengua, ¿sé, todavía, que una risa larga y trastornada cruje en mi vientre, que hoy es la noche de un día de junio, y que llueve, y que el invierno llega a las puertas de una ciudad que exterminó la utopía pero no su memoria?" ( La revolución es un sueño eterno, por Andrés Rivera, Alfaguara, 1995)
El proceso a Castelli fue prolongado. Los jueces no llegaron a pronunciarse. Murió antes, derrotado por el cáncer de lengua, el 12 de octubre de 1812.

En Buenos Aires, el impulso inicial de la Revolución se había detenido. Comerciantes y hacendados porteños pugnaban por contener el proceso desencadenado en Mayo de 1810 en los estrechos límites de sus mezquinos intereses. Pero el 8 de octubre, días antes de la muerte de Castelli, la aldea mercantil fue conmovida por la revolución que derrocó al Primer Triunvirato, punta de lanza del sesgo europeizante y portuario de la élite dirigente de Buenos Aires. Con la revolución del 8 de octubre de 1812 emergía un movimiento, encabezado por el teniente coronel José de San Martín, orientado a retomar la senda de la emancipación hispanoamericana. La Revolución, "ese sueño eterno", se desvanecía, sólo para renacer, tenazmente, una y otra vez.

1 comentario:

  1. estimada Nadia:
    felicito tu iniciativa de recordarme en este sitio.
    muchas gracias

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