jueves, 15 de abril de 2010

Las Invasiones Inglesas

A través de Saturnino Rodríguez Peña entró en contacto con James Florence Burke, quien decía representar a Gran Bretaña y que, en apoyo a las propuestas de Francisco de Miranda, se impulsaba la emancipación de las colonias hispanoamericanas. Burke era en realidad un espía inglés, con la misión de obtener información sobre las colonias hispanoamericanas. Con su intervención, y gracias a las promesas de apoyo inglés, se creó la primera sociedad secreta criolla organizada para tales fines, y que más adelante sería conocida como "partido de la independencia", en donde se encontraban Castelli, Burke y los principales colaboradores del Semanario... de Vieytes. El espía fue finalmente descubierto por Sobremonte y expulsado del virreinato.

Por ese entonces Castelli se mudaba de vivienda, trasladándose a una chacra situada en donde hoy se encuentra el barrio de Núñez. Algunos de sus vecinos en la zona eran Cornelio Saavedra, Juan Larrea, Miguel de Azcuénaga y el abogado José Darregueira. En dicha chacra tendría sembrados y una fábrica de ladrillos. Las reuniones de la sociedad secreta continuaron, sin verse afectadas por la ida de Burke. El 2 de junio de 1806 murió la madre de Castelli, el cuál aún estaba de luto cuando ese mismo mes llegaron noticias del desembarco inglés en Quilmes.

El partido de la independencia fue tomado por sorpresa por los acontecimientos: no habían sido avisados de que aquella expedición fuera a tener lugar, y la proclama inglesa hablaba de respeto a la religión, las propedades, el orden, la libertad y el comercio, pero no se emitió ni una palabra relativa a los proyectos de Miranda. Para aclarar dichos puntos se formuló una entrevista con Beresford, a quien se le solicitó aclarar si las promesas de Burke seguían en pie y si el gobierno de Londres apoyaría la independencia. Beresford respondió con evasivas, argumentando que no tenía instrucciones en dicho sentido y que con la reciente muerte de William Pitt y el ascenso de los liberales al poder inglés debía aguardar nuevas órdenes. Desde el punto de vista de los criollos, aquello implicaba que los ocupantes sólo aspiraban a anexar la ciudad al Reino Unido; lo cual hubiera significado cambiar una metrópoli por otra. A pesar de ello, intentaron un último golpe de mano: tras la reconquista de Buenos Aires lograda por Santiago de Liniers, Saturnino Rodríguez Peña ayudó a Beresford a fugarse, con el propósito de que éste convenza al jefe de la nueva invasión de aplicar los proyectos de Burke y Miranda. La segunda invasión inglesa sepultó las últimas esperanzas de los patriotas criollos en la estrategia de acercamiento que impulsaba el venezolano Francisco de Miranda. Castelli, al igual que Belgrano, Martín Rodríguez, Domingo French y Antonio Beruti, combatió contra quienes poco antes consideraban sus posibles aliados.
Tras la exitosa defensa de la ciudad en 1807 crecieron las disputas entre Santiago de Liniers, nombrado como virrey interino, y el Cabildo de Buenos Aires, liderado por Martín de Álzaga. El grupo criollo también vio aumentado su poder de influencia: de los ocho mil hombres armados de la ciudad, cinco mil correspondían a las milicias criollas. Los cuerpos más poderosos eran los de Patricios y Arribeños, y también tenían una fuerte injerencia en los de Húsares y artilleros. Álzaga, por su parte, contaba con unidades de españoles peninsulares, entre ellas las de Vizcaínos, Gallegos y Catalanes. Tanto Álzaga como Liniers representaban a facciones con intereses opuestos a la separación de la metrópoli: Álzaga y el Cabildo, a los comerciantes ligados con Cádiz, y Liniers a los funcionarios del poder monárquico. Aún así, ambos procuraban utilizar la creciente influencia criolla en su favor. Álzaga se abstuvo de denunciar a Castelli y Rodríguez Peña como cómplices de la fuga de Beresford, y Liniers se apoyaba en las milicias criollas para contrarrestar la oposición de Álzaga y el Cabildo.

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